El Castillo de Osaka

Castillo de Osaka

La construcción antigua y tradicional japonesa tiene mucho de madera, como la china, y es por eso que una gran parte de su arquitectura no ha tolerado el paso del tiempo. Pero no por los siglos en sí sino por los incendios, terremotos y bombardeos que el país ha sufrido. El gobierno ha reconstruido parte de su patrimonio arquitectónico con mejores materiales y eso por eso que podemos ver castillos y palacios aún en pie.

Uno de ellos es el Castillo de Osaka, ubicado en la ciudad con el mismo nombre que es la tercera ciudad en cantidad de habitantes de Japón y que descansa sobre una bahía. El sitio ha sido capital en algún momento de la historia japonesa y realmente está muy cerca de Tokio. Sin embargo, como es tan bonita y tiene tanto para ver conviene hospedarse directamente en ella.

Con respecto al castillo, sus orígenes se remontan al siglo XVI cuando el shogun Oda Nobunaga (el primero de los tres unificadores del país) dio sitio a una secta budista que se había acuartelado en un templo. Cuando logró sacarles de allí, destruyó el lugar y posteriormente el segundo unificador de Japón, Toyotomi Hideyoshi, construyó allí su propio castillo, en 1585, dando casi fundación a ciudad de Osaka.

La construcción del castillo original tardó dos años y en ella trabajaron entre 20.000 y 30.000 hombres en forma diaria. Todos los muros de piedra de los recintos suman unos 12 km de longitud y algunas rocas llegan a tener casi 6 metros de alto y 14 metros de ancho. Si bien la construcción original y las posteriores hasta su remodelación definitiva no se conservan, algunas murallas sí se mantienen de pie y permiten que el turista pueda imaginarse vívidamente el lugar.

Lo cierto es que el castillo se incendió varias veces. El tercer héroe de la historia japonesa Ieyasu Tokugawa lo incendió para terminar la dinastía Toyotomi, después, en 1665 la construcción fue alcanzada por un rayo y volvió a incendiarse y recién en 1931 el gobierno de la ciudad se encargó de su reconstrucción, utilizando esta vez hormigón reforzado. En 1997 volvieron a hacerle algunas mejoras y hasta el día de hoy lo encontraremos como en la fotografía: enorme y majestuoso.

La entrada es pública y cuesta alrededor de 7 dólares. Se accede al complejo y al llegar al castillo uno puede subir hasta su torre dónde hay un excelente mirador y una tienda de souvenirs. Es un lindo paseo y algo que no podemos dejar de ver en la ciudad.

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